Explicación falsa de mis cuentos (por Felisberto Hernandez)
Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos.
No son completamente naturales, en el sentido
de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son
dominados por una teoría de la conciencia. Esto me sería extremadamente
antipático. Preferiría decir que esa intervención es misteriosa. Mis
cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia
constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida.
En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La
empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro,
pero que podrá tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no
fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé
cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su
crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo
que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no
ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea
la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea.
Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará
mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas.
Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural,
desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no
sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco
torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes,
aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá
el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última
instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser
desinteresada.
Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo
hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y
propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar
los extranjeros que ella les recomienda.
Felisberto Hernández
Escritor Uruguayo
1902 - 1965
me lo paso valentina el anio pasado y me encanta este texto
quio
Mientras estaba en el parque sentada frente al árbol pensaba ¿cómo es que de grandes les perdemos el asombro? ¿Nunca vieron un niño literalmente colgado de la mano de su madre o de su abuelo mirando descomunalmente hacia arriba? Es tan arriba que… ¿adónde miramos después? ¿ Adónde tocamos? ¿Cuándo dejamos de vivir al lado? ¿Cuándo dejamos de percibir el ruidito que hacen las hojas rozándose entre ellas por el viento? Y tal vez más precioso y preciado: ¿cuándo, si es que lo habíamos dejado, volvimos a percibirlo y a ya jamás dejar de notarlo?
Más tarde, algo comenzó a abrirse
paso dentro de la que yo había sido hasta ese momento. Mis raíces crecieron: salieron de los pies,
del final del coxis, de los dientes hacia abajo y, sobre todo, de las puntas de mi pelo y de
las puntas de los dedos de mis manos. Y emergió, por detrás de mis ojos, el
árbol en mí. Era casi todo tronco y raíz. Era un árbol con raíces profundas que
crecían de los pies y otras raíces aéreas, que nacían desde los brazos hacia la
tierra, del pelo hacia la tierra. En la
nariz estaba lo alto, lo cerca del cielo: en los ojos al sol, en la frente tocada
por el airecito repentino, pestañas atentas, labios floridos… y en la piel de
la cara me brillaba un calor tibio como el otoño.
Ser árbol fue ser fuerte. Ser entera. Ser agua
y años, muchos millones de años atrás.
Ser árbol fue ser tierra y poder. Fue ser la vida y ser la muerte. Ser
árbol fue saber por un instante el inicio. Y estar consciente del final. Ser árbol un
rato fue… ¡ser árbol un rato! Y fue, sobre todo conocer algo más acerca de ser.
Georgina
Georgina
www.georginasancristobal.blogspot.com
La palabra investigación no debe plantearnos la idea de una investigación científica.
Nada puede estar mas alejado de lo que estamos haciendo que
la ciencia, en su sentido estricto, no solo porque carecemos de calificación
para ello, sino por nuestra falta de interés en ese tipo de trabajo.
La palabra investigación implica que nos acercamos a
nuestra profesión mas como un artesano medieval que buscaba recrear en su
bloque de madera una forma que ya existía.
No tratamos de trabajar de la misma manera que el artista o
el científico, sino más bien como el zapatero que trata de encontrar el lugar
definitivo del zapato donde pueda encajar el clavo.....
La diferencia entre “actor cortesano” y “actor santo” es la
misma que existe entre la habilidad de una cortesana y la actitud de dar y
recibir que surge del verdadero amor. En otras palabras, el auto sacrificio.
En el primer caso se trata de una cuestión de resistencia
del cuerpo, en el otro se plantea mas bien su no-existencia.
La técnica del actor santificado es una técnica inductiva,
es decir una técnica de eliminación..... El actor que trata de llegar a un
estado de auto penetración, el actor que se revela a sí mismo, que sacrifica la
parte mas intima de sí mismo, la más penosa, aquella que no debe ser exhibida a
los ojos del mundo, debe ser capaz de manifestar su mas mínimo impulso. Debe
ser capaz también de expresar, mediante sonido y movimiento aquellos impulsos
que habitan la frontera que existe entre
sueño y realidad. En suma debe poder construir su propio lenguaje
psicoanalítico de sonidos y gestos de la
misma manera en que un gran poeta crea su lenguaje en palabras.
El actor ha de descifrar todos los problemas de su cuerpo
que le sean accesibles.
El cuerpo debe liberarse de toda resistencia, debe cesar
virtualmente de existir......
El método que buscamos desarrollar no una combinación de
técnicas obtenidas de distintas fuentes(aunque a veces adaptemos algunos
elementos para nuestros usos).No queremos enseñarle al actor un conjunto
preestablecido de técnicas o proporcionarles formulas para que salga de apuros.
El nuestro no intenta ser un método
deductivo de técnicas coleccionadas: Todo se concentra en un esfuerzo por
lograr la madurez del actor que se expresa a través de una tensión elevada al
extremo, de una desnudez total, de una exposición absoluta de su propia
intimidad: y todo esto sin que se manifieste el menor asomo de egocentrismo ni
auto regodeo.
El actor entrega totalmente, es una técnica del trance y de
la integración de todas las capas mas intimas de su ser, de su instinto y que
surgen en una especie de “transiluminacion”
Educar a un actor en nuestro teatro no significa enseñarle
algo, tratamos de eliminar la
resistencia que su organismo opone a los procesos psíquicos. El resultado es
una liberación que se produce en el paso del impulso interior a la reacción
externa. De tal modo que el impulso se convierte en reacción externa.
El
impulso y la acción son concurrentes: El cuerpo se desvanece, se quema y el
espectador solo contempla una serie de impulsos visibles.
La nuestra es una vía negativa, no una colección de
técnicas, sino una destrucción de obstáculos.....El estado mental necesario es
una disposición pasiva para realizar un papel activo, estado en el que “no se
quiere hacer algo”, sino más bien en el que uno “se resigna a no hacerlo”.....
Jerzy Grotowski.
Libro: Mirar
Un prado
Diccionario de sinónimos y antónimos © 2005 Espasa-Calpe:
Un prado cual repisa, verde,
fácilmente accesible, la hierba todavía no muy crecida, envuelto en un cielo
azul en el que se ha filtrado el amarillo para dar verde puro, el color de la
superficie de lo que contiene la palangana del mundo; prado espectador, repisa
entre el cielo y el mar, oculta tras un telón de árboles, de bordes imprecisos,
redondeada en las esquinas, que responde al sol con el calor, repisa en un muro
a través del cual a veces se oye al cuco, repisa en la que ella guarda los
tarros invisibles, intangibles, de su placer; prado que conozco desde siempre,
tendido, apoyado en un codo, me pregunto si alcanzo a ver en cualquier
dirección más allá de donde acabas. El alambre que te rodea es el horizonte.
Recordar cómo era que te
cantaran para dormir. Con suerte, el recuerdo será más reciente que la
infancia. Las líneas repetidas de palabras y música son semejantes a caminos.
Unos caminos circulares, y los anillos que forman están unidos como los de las
cadenas. Uno camina por ellos en círculos que conducen de uno a otro, cada vez
más lejos. El prado por el que caminas y sobre el que se extiende la cadena es
la canción. Hasta el silencio, a veces también un rugido, de mis pensamientos y
de las preguntas que vuelven a mí en busca de una explicación de mi vida y sus
metas, hasta este concentrado y minúsculo foco de denso sonido silencioso,
llegó el cacareo de una gallina desde un corral cercano, y en ese momento ese
cacareo, su inconfundible y aguda existencia bajo un cielo azul con nubes
blancas, indujo en mí una intensa conciencia de libertad. El sonido de aquella
gallina, a la que ni siquiera podía ver, constituyó un acontecimiento (al igual
que un perro que corre o una alcachofa que florece) en un prado que hasta
entonces había estado esperando a que ocurriera un primer acontecimiento que lo
convirtiera en algo imaginable. Supe que en aquel prado podría oír todos los
sonidos, toda la música.
Barcelona, Gustavo Gili, 2001
“La vida no es un paseo campo
a través”. (Proverbio ruso)
Desde el centro de la ciudad
hay dos maneras de regresar a la ciudad satélite en la que vivo: la carretera
principal, que tiene mucho tráfico, y una carretera secundaria cruzada por un
paso a nivel. La segunda es más rápida, a no ser que esté echada la barrera. En
primavera y los primeros días del verano siempre tomo la secundaria y siempre
me sorprendo a mí mismo esperando encontrar cerrado el paso a nivel. En el
ángulo formado por las vías y la carretera hay un prado cercado de árboles por
los otros dos lados. La hierba está crecida, y por la tarde, cuando el sol ya
está bajo, el verde se divide en granos, luminosos unos y oscuros otros, como
podría suceder con un manojo de perejil si lo ilumináramos por la noche con una
potente linterna. Los mirlos se ocultan en la hierba y luego alzan el vuelo. El
paso de los trenes no afecta a sus idas y venidas.
Este prado me depara un gran
placer. ¿Por qué no voy entonces a pasear por él más a menudo, si además está
cerca de mi casa, en lugar de confiar en que el paso a nivel cerrado me
obligará a detenerme? Es una cuestión de contingencias superpuestas. Los
acontecimientos que tienen lugar en el prado —dos pájaros que se persiguen, una
nube que oculta al sol cambiando así el color del verde— adquieren una
significación especial porque ocurren durante los dos o tres minutos que estoy
obligado a esperar. Es como si esos minutos llenaran una zona del tiempo que
encaja perfectamente en la zona espacial del prado. El espacio y el tiempo se
unen.
La experiencia que estoy
tratando de describir, probando con diferentes enfoques, es muy precisa y
reconocible al instante. Pero existe en un nivel de la percepción y de la
sensación que es probablemente preverbal, de ahí, en gran medida, la dificultad
que entraña el escribir sobre ella.
Sin duda, la experiencia ha
de tener una historia psicológica, que empieza en la infancia y que podría
explicarse en términos psicoanalíticos. Pero tales explicaciones no generalizan
la experiencia, se limitan a sistematizarla. Bajo una u otra forma, se trata, a
mi modo de ver, de una experiencia común. No solemos hablar de ella porque
carece de nombre.
Intentemos ahora describir
esta experiencia diagramaticalmente en su modo ideal. ¿Cuáles son las cosas más
sencillas que se pueden decir sobre ella? La experiencia trata de un prado. No
necesariamente el mismo. Cualquier terreno percibido de un modo determinado
puede ofrecerla. Pero el campo ideal, el terreno que ofrece más
posibilidades de generar la experiencia, sería:
1. Un prado. ¿Por qué? Ha de
ser una zona cuyos límites sean visibles, aunque no necesariamente regulares;
no puede ser un segmento de la naturaleza sin más límites que los que impone el
enfoque natural de los ojos. Dentro del área demarcada ha de haber un mínimo de
orden, un mínimo de acontecimientos planificados. Pero ni los sembrados ni las
hileras regulares de frutales constituyen el terreno ideal.
2. Un prado en la ladera de
una colina, visto desde arriba, como la parte superior de una mesa, o desde
abajo cuando la pendiente de la colina parece inclinar el prado hacia uno, como
la banda de música subida en el quiosco. ¿Por qué? Porque los efectos de la
perspectiva se reducen a un mínimo, y la relación entre lo lejano y lo cercano
resulta más equiparada.
3. Un prado en cualquier
estación salvo el invierno, ya que éste es un período de inactividad en el que
se reduce considerablemente la gama de cosas que pueden suceder.
4. Un prado que no esté
cercado por todos sus lados: el ideal, pues, sería un prado continental, ya que
el típicamente inglés está totalmente cercado, lo
que reduce el número de
posibles entradas y salidas (salvo en el caso de los pájaros).
Estas prescripciones podrían
sugerir dos cosas. El terreno ideal tendría aparentemente ciertas cualidades
comunes con (a) un cuadro: límites definidos, una distancia accesible, etc.;
(b) un escenario teatral: una apertura expectante a los acontecimientos con un
máximo de posibilidades para las entradas y salidas.
Creo que este tipo de
sugerencias pueden llamar a engaño, pues invocan un contexto cultural que, de
tener algo que ver con la experiencia en cuestión, sólo pueden referirse a ella
posteriormente, nunca precederla.
Dado el prado ideal que
acabamos de sugerir, ¿cuáles serían los siguientes elementos constitutivos de
la experiencia? Aquí es donde empiezan las dificultades. Uno se encuentra ante
el prado, aunque no suele suceder que éste nos llame la atención antes de que
hayamos percibido en él algún acontecimiento de un tipo u otro. Por lo general,
el acontecimiento atrae nuestra atención hacia el prado, y entonces, casi
simultáneamente, nuestra propia conciencia de éste otorga una significación
especial a dicho acontecimiento.
El primer acontecimiento,
puesto que todos ellos forman parte de un proceso, conduce invariablemente a
otro, o, para ser más exactos, nos lleva a observar otros. Puede ser cualquier
cosa, con tal de que no se trate de algo muy espectacular.
Si viéramos a un hombre que
grita y después cae, las implicaciones de este suceso romperían de inmediato la
autosuficiencia del prado. Correríamos hacia éste desde el exterior.
Trataríamos de sacar al hombre fuera de allí. Incluso en el caso de que no sea
necesaria la acción física, todo acontecimiento espectacular tendrá la misma
desventaja.
Si viéramos caer un árbol
abatido por el rayo, la fuerza dramática del acontecimiento nos conduciría
inevitablemente a interpretarlo en unos términos que en ese momento parecerían
más grandes que el prado que tenemos ante nosotros. Así pues, el primer
acontecimiento no debe ser muy espectacular, pero, aparte de esto, puede ser
cualquier cosa:
Dos caballos pastando. Un
perro corriendo en círculos cada vez más cerrados. Una anciana buscando setas.
Un halcón planeando sobre nuestras cabezas. Unos pinzones persiguiéndose de
matorral en matorral. Unos pollos picoteando aquí y allá. Dos hombres
charlando. Un rebaño de ovejas avanzando extraordinariamente despacio desde una
esquina hacia el centro. Una voz. Un niño caminando.
El primer acontecimiento nos
lleva a observar otros que pueden ser una consecuencia de aquél o pueden ser
enteramente independientes, salvo que tienen lugar en el mismo prado. Muchas
veces el primer acontecimiento, el que llama nuestra atención, es más obvio que
los que le siguen. Habiéndonos dado cuenta de la presencia del perro,
percibimos una mariposa. Habiendo visto los caballos, nos percatamos del pájaro
carpintero y luego lo vemos volar hacia una esquina del prado. Vemos caminar a
un niño y, cuando éste ha abandonado los límites del prado, nos damos cuenta de
que un gato acaba de saltar desde lo alto de un muro.
A estas alturas ya estamos
inmersos en la experiencia. Sin embargo, el decir esto implica un tiempo
narrativo, y la esencia de esta experiencia consiste en que sucede fuera de ese
tiempo. No entra en el relato de nuestras vidas; ese relato que de una forma
más o menos consciente estamos continuamente contándonos y desarrollando para
nosotros mismos. Por el contrario, ese relato queda interrumpido. La extensión
visible del prado en el espacio desplaza la conciencia de nuestro propio tiempo
vivido. Pero, ¿mediante qué mecanismo?
Nosotros relacionamos los
acontecimientos que hemos visto y todavía estamos viendo con el prado. Éste no
solamente los enmarca, sino que también los contiene. La existencia de
ese prado es la precondición para que ocurran del modo como lo han hecho unos y
lo están haciendo otros. Todos los acontecimientos son definibles en virtud de
su relación con los demás. Hemos definido los acontecimientos que hemos visto
relacionándolos básicamente (si bien no exclusivamente) con el acontecimiento
del prado, que es, al mismo tiempo, tanto literal como simbólicamente, el fundamento
de los acontecimientos que tienen lugar en él.
Puede haber quien diga que
ahora he cambiado de repente el uso que estaba dando a la palabra
“acontecimiento”. Empecé refiriéndome al prado como un espacio a la espera de
acontecimientos; ahora hablo de él como de un acontecimiento en sí mismo. Pero
esta incoherencia es paralela a la naturaleza aparentemente ilógica de la misma
experiencia en cuestión. De repente, una experiencia de observación
desinteresada se abre por el centro y da vida a una alegría que reconocemos al
instante como nuestra.
El prado ante el que nos
hemos detenido parece tener las mismas proporciones que nuestra vida.
1971
Vanina
Diccionario de sinónimos y antónimos © 2005 Espasa-Calpe:
ver
- mirar, ojear, advertir, observar, vigilar, divisar, contemplar, distinguir, otear, percibir, notar, espiar, descubrir, revisar, acechar, atender, curiosear, avistar
- estudiar, considerar, investigar, fiscalizar, examinar, juzgar, comprender, conocer, calcular, especular
- intentar, ensayar, experimentar, probar, tratar
- reunirse, juntarse, encontrarse, conversar, entrevistarse, citarse, recibir
Quio
Tan cerca. Un campo de flores y viento. El peso de la mano de mi abuelo sobre mi cabeza. Rosario: caricia. Raspa que te raspa codito sin piel. Y luego.. slup. Oh. Op! Flu Flu soploquetesoplo. Miro salto vengo caí. Tan cerca.. Piel gordita rechonchita que te puedo pelliscar. Pelo volador no identificado. Cronometrado.Demasiado cerca. Amiga mía. Too slow. very biutiful tus pelitos del brazo izquierdo. "sin saber si reír o matar" pero luego y al final y paahfdjhfkssd! sí! Va!Somos un montón y re poquititos y requete piedra papel o tije... Te dije ya que...esto me gusta? "Y cuando danzo tengo la posibilidad de ... saber quién soy.." dice la chica de la propa por Tv. Para Carlitos que nos mira por el blog! (cantando) Y lo que está lejos qué era?
G: Georgina M: María Y: yo
Georgina San Cristobal
acerca del mirar, del ver, del contemplar:
Cuando "vemos" lo que hacemos es obtener datos de lo visible y cuando "miramos" construimos interpretaciones de lo que "vemos", en base a nuestra historia, nuestras experiencias, nuestras creencias,ETC.
ResponderEliminarCREO QUE NUESTRA PERCEPCIÓN VA Y VIENE SOBRE ESTO, Y DEPENDE DEL GRADO DE ENTREGA PARA PODER MIRAR Y NO SOLO QUEDARNOS EN EL VER....